Por Rubén Suárez
En los últimos años, el guerrero de la carretera se ha convertido en una figura romántica en las empresas estadounidenses. La imagen común es la de un joven ejecutivo muy dedicado que trabaja prácticamente todo el día -con la ayuda de un arsenal de dispositivos inalámbricos- desde cualquier lugar del mundo. Y, aunque esa vida puede tener recompensas innegables, también impone una pesada carga sobre las familias.
A pesar de que aún no está ampliamente aceptado en el mundo corporativo, muchas personas ven como una solución al problema el llevar a sus niños en sus viajes de negocios -combinando negocios y placer.
Una tendencia creciente
¿Qué tan popular es combinar la diversión familiar en el sol (o en la nieve), con el zumbido de las laptops y la implacable monotonía de las presentaciones de PowerPoint? Aunque no lo creas, estos escenarios cada vez son más frecuentes.
A pesar de que la reciente recesión significó una disminución en el número total de viajes de negocios, un porcentaje considerable de dichos viajes incluyeron niños. Las razones de esto no son difíciles de imaginar. Con los padres trabajando más tiempo, la típica familia de hoy se encuentra estresada y distanciada. Así que hay un deseo creciente de no dejar que el trabajo afecte negativamente a la familia. Y, ya sea por un mercado laboral apretado o una cultura corporativa relajada, los padres que trabajan están encontrando maneras de llevar a sus hijos en viajes de negocios. Es una manera rentable para que los padres cumplan tanto con las necesidades laborales como con las familiares. Además, ¿a cuántos no nos gustaría poder llevar a nuestros hijos a todos lados con nosotros?
Antes de planear tu viaje, averigua qué opinan tanto tu empresa como tus colegas acerca de que lleves a tus hijos en el viaje. En el clima informal de negocios de hoy, descubrirás que existe una mayor aceptación que antes.
Y antes de platicarlo con tu jefe, considera que no siempre es recomendable (o posible), llevar a tus hijos contigo. Pregúntate esto: ¿Es el viaje lo suficientemente predecible como para llevar a mis hijos?
Esto es, ¿sabes de antemano cuáles van a ser tus horarios, dónde vas a estar y cuánto tiempo tendrás libre? Si sé de antemano que voy a tener que asistir a varias cenas o reuniones hasta tarde, probablemente no consideraría convertirlo en viaje familiar. Tener esta información no tiene precio y te permitirá evaluar objetivamente si vale la pena planear el viaje juntos. Al lugar al que voy, ¿vale la pena llevarlos? ¿Qué hay allá que quiera que mi hijo conozca? Con un poco de investigación y planeación, casi cualquier lugar puede tener algo interesante, que quieran explorar. Tal vez hasta podamos quedarnos hasta el fin de semana, para disfrutarlo con tiempo.
Antes de tomar una decisión, responde las siguientes preguntas:
¿Hay algún conflicto con la escuela? Por más increíble que suene un viaje a la playa o a Disney, si interfiere con sus exámenes finales, una actividad importante (la final de su torneo de fut o la competencia nacional de oratoria de tu hija, para la que lleva dos meses preparándose) o con algún evento cultural en el que estén involucrados, lo mejor será dejarlo para otra ocasión.
¿Conozco a alguien en el lugar a donde voy? A veces es posible convertir el viaje de negocios en una visita a los tíos o en unas vacaciones con sus primos.
¿Puedo llevar a alguien más? A la abuela, por ejemplo. Es invaluable tener quién te acompañe y pueda estar con tus hijos mientras trabajas, para así no tener que depender de algún servicio de guardería.
¿Cómo reaccionarán mis colegas si mi familia nos acompaña? ¿Qué tanto me importa su opinión? A pesar de que la familia es primero, es importante conservar una buena relación laboral. Si esto va a convertirse en fuente de conflicto, es mejor anticiparte y resolverlo.
En el lugar donde estaré, ¿son bienvenidos los niños? Si el hotel y el centro de convenciones están en medio de una zona industrial, o aislados de la ciudad, tal vez deberías reconsiderarlo. O podrías evaluar qué tan conveniente (y económicamente realista) sería buscar un hotel por tu cuenta.
Honestamente, ¿puedo acomodar mi horario de trabajo para dedicarle tiempo a la familia? ¿De qué serviría planear todo lo anterior si voy a poder estar con ellos solamente media hora por las mañanas?
Si ya evaluaste tus respuestas, todavía hay algunas cosas que considerar antes de empacar las maletas de los niños:
Involúcralos. Los expertos aconsejan explicar a tus hijos a dónde van a ir y qué esperar. Enséñales fotos y busquen juntos el lugar en un mapa. Si se van a quedar en la guardería del hotel, explícales que estarán con alguien más y ve cómo se sienten al respecto. Si planeas que vaya la abuela, menciona un par de pistas y que ellos mismos lo sugieran. Recuerda dejarlos participar de manera activa en la planeación, para que se sientan involucrados en el viaje.
Quédense en un hotel para niños. El hotel que elijas será probablemente la decisión más importante en la planeación del viaje. En caso de que requieras servicio de guardería, asegúrate de reservarlo con anticipación, y de que cubra tus necesidades. Un consejo: No te limites a la página de internet del hotel. No hay mejor forma de hacerlo que llamar directamente al hotel y asegurarte por ti mismo. Existe un gran número de hoteles y resorts que ofrecen excelentes programas para niños.
Aprovéchalos. No se trata de llevarlos a encerrarse todo el día en su habitación del hotel. Es bueno dedicar un poco de tiempo para que tus hijos te vean trabajando – si lo consideras apropiado, claro. Y es bueno para ambas partes: por un lado, tus hijos pueden aterrizar el concepto de que “vas a trabajar” y, por el otro, tus compañeros de trabajo verán que también tienes vida en “el mundo real”.
Llevar a tus niños en tu viaje de negocios puede ser todo un reto, pero también puede reducir el estrés y la frustración de tener que elegir entre trabajo y familia. Con un poco de planeación y algo más de paciencia, puede significar más tiempo de calidad con tu familia. Y puedo asegurar que la mayoría de los guerreros del camino cambiarían gustosos una llamada de larga distancia por un beso de buenas noches y un abrazo, sin pensarlo.
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